Factores como la desaceleración económica y las presiones del costo de vida son algunos ítems que expertos piden tener en cuenta para esta alza.
Esta semana comienzan las negociaciones entre los empresarios, Gobierno y centrales obreras para determinar de cuánto será el aumento del salario mínimo para el 2024 y cómo es costumbre en años recientes, después de la pandemia, el futuro de la economía, el costo de vida y la necesidad de generar nuevos empleos, son puntos claves a tener en cuenta.
Un costo de vida que si bien ha caído siete meses seguidos todavía se mantiene en dos dígitos, una desaceleración que ya llevó al país a niveles en rojo y un mercado laboral que no refleja todavía esta realidad, pero que se espera que empiece a descender pronto; hacen parte del panorama a tener en cuenta.
En esta oportunidad las partes han manifestado que llegan dispuestas a dialogar, teniendo en cuenta que la decisión que se tome debe garantizar, por un lado, una calidad de vida digna para quienes dependen de este salario, y por el otro, que el aparato productivo no siga mermando y pueda generar nuevos puestos de trabajo a futuro.
Para Jorge Restrepo, profesor de Economía de la Universidad Javeriana, es necesario tener en cuenta tres aspectos muy importantes. El primero tiene que ver con que un aumento por encima de la inflación de precios al consumidor sería muy nocivo para la creación de empleos.
“Lo segundo es tener en cuenta la inflación esperada, es decir, las expectativas de inflación que para finales del año entrante están, digamos, dependiendo de la encuesta entre el 7% y el 8,5%. Por último, es que la economía colombiana todavía tiene muchos problemas de indexación”, dijo este académico.
Aunque todavía no se han conocido posiciones oficiales, las apuestas apuntan a que los gremios se irán por un rango entre el 9% y el 10%, mientras que los sindicatos dejaron claro que irán por un aumento de dos cifras, que superará el 10%.
Andrés Moreno Jaramillo, analista y asesor de mercados, resaltó que el aumento del mínimo debe ser uno que no supere mucho la inflación, “yo te diría que pensar en una subida de más del 11% es muy arriesgado. Tienen que darse cuenta que la pobreza no se supera con salarios más altos, sino con productividad y eso llega desde las empresas”.
Por último, para Carolina Monzón Urrego, gerente de Investigaciones Económicas de Itaú, el dato de inflación y productividad deben marcar la hoja de ruta en estas negociaciones, para que esto permita realizar propuestas aterrizadas de lado y lado.
“La discusión va a ser un poco más difícil, teniendo en cuenta aquellos sectores altamente demandantes de empleo, como lo son comercio, construcción e industria, que se encuentran en terreno contractivo. El PIB en este momento también va a ser uno de los elementos más importantes”, agregó esta experta.
Empresarios y centrales obreras tendrán hasta finales de diciembre para llegar a un acuerdo o de lo contrario este aumento se dará por decreto que emita el Gobierno Nacional, tal y como ha pasado en la mayoría de los casos.
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